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9.Oct.2013 / 11:29 am / Haga un comentario

Acaba de suicidarse en Chile el general Odlanier Mena, exjefe de la policía secreta de Augusto Pinochet entre 1977 y 1990, responsable de decenas de asesinatos, secuestros y torturas. La historia, como a todos los fascistas, sólo lo recordará porque fue líder de la Caravana de la Muerte, comitiva militar que ejecutó sistemáticamente a miles de chilenos tras el golpe militar fascista contra el gobierno de Allende el 11 de septiembre de 1973. Luego de décadas de presiones ante la impunidad fascista, fue condenado en 2007 a una pena irrisoria de 7 años de cárcel; condena que pagaba cómodamente en una especie de campamento Scout denominado Penal Cordillera (con baño privado, agua caliente, televisión, computadoras y lindos jardines). El valeroso general fascista, asesino y torturador inmisericorde de docenas de jóvenes, mujeres y hombres se suicidó al anunciase el cierre de su cómodo penal y saber que sería trasladado a un penal más serio… todo un cobarde fascista.

La cobardía es una de las características principales de la derecha fascista. Y la derecha amarilla criolla no es la excepción. Por el contrario, se han destacado en los últimos 14 años por desplegar distintos mecanismos y expresiones criminales en su afán desmedido por tomar el poder. Contra el Comandante Chávez, fueron implacables y aplicaron y ensayaron, una y otra vez, absolutamente todo el manual conspirativo. Intentaron todas las fórmulas posibles para generar el caos y la ingobernabilidad: dieron golpes de estados, asaltaron embajadas, cortaron el suministro de gasolina y alimentos, hicieron huelgas generales (en la contranatura alianza patrono (Fedecamaras) trabajadores (CTV), adecos todos), contrataron mercenarios extranjeros, pusieron bombas en misiones diplomáticas. Se han afincado igualmente en generar ataques de baja intensidad, pero que certeramente crean mucha molestia y descontento en la población: saboteos a la red eléctrica, desabastecimiento y especulación de rubros esenciales de alimentos y artículos de primera necesidad, ataques generalizados a todo el sistema económico e industrial (receta copiada del maestro del fascismo y la barbarie latinoamericana, Augusto Pinochet, que Dios lo tenga en su paila en el infierno).

Otro de sus elementos resaltantes, es que la derecha amarilla fascistoide siempre ha desconocido al árbitro electoral y han puesto en duda los resultados de los distintos procesos electorales. No han escatimado esfuerzos en atacar y desprestigiar al sistema electoral, sin embargo detentan distintas instancias del poder regional y local, obtenidos sus cargos por dicha vía electoral. En este marco, el 15 de abril de 2013, el líder de la derecha amarilla fascista venezolana, ordenó descargar la arrechera, dejando sus hordas neofascistas una estela de muertes, heridos y destrucción en centros de salud y espacios públicos.

Todas estas manifestaciones fascistas las ha ejecutado la derecha amarilla sin tener el poder político nacional. Se han expresado y han ejecutado estas acciones contra el pueblo, a punta de poder económico, a punta de conspiración, a punta de acciones rastreras; acompañados también por la maximización y exacerbación mediática (prensa escrita, radio, tv e Internet). Imaginen ustedes el holocausto criollo que generaría la derecha amarilla, el inmenso cementerio en que estaría convertido el país, si el líder neofascista de la derecha amarilla, se hubiese apropiado del poder político nacional, y en despliegue de su odio hubiese ordenado a las fuerzas armadas, a los servicios de seguridad, a sus policías regionales y locales y a sus hordas armadas que drenasen la arrechera y barriesen al pueblo revolucionario. Un holocausto!!! Las masacres adeco-copeyanos de las décadas pasadas se hubiesen quedado pendejas ante la capacidad de odio y miseria, mezquindad y rencor que es capaz de drenar por las venas la derecha amarilla.

Por cierto, ¿dónde están los líderes opositores de estos 14 años? Dónde están los inefables Pedro Carmona Estanga, Carlos Ortega, Carlos Fernández, Luis Giusti y Juan Fernández, Manuel Rosales, Guaicaipuro Lameda y Carlos Molina Tamayo, los oficiales sin tropa de los ensayos de revolución de colores ó golpes suaves de la Plaza Altamira. Dónde están los terroristas que pusieron las bombas en las embajadas. Toda esta gente, supuestos líderes opositores, presentan el denominador común de la cobardía. Cobardes que huyeron del país y han vivido y disfrutado de una vida sibarita y dispendiosa a costilla de su aversión al Comandante Chávez, financiados, por supuesto, por la burguesía criolla y el imperio norteamericano.

Es importante destacar el “talante democrático” de la derecha fascista venezolana. En sus 48 horas en el poder en abril de 2002, cuando por fin la oligárquica empresarial pudo dar su ansiado golpe de estado al Comandante Chávez e impuso a Pedro Carmona Estanga, éste en un mismo día, se autojuramentó como presidente, disolvió la Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral, a todos los gobernadores, alcaldes y concejales, removió al Fiscal General, al Contralor y al Defensor del Pueblo; y tuvo el tupé de quitarle Bolivariana a la República, cargándose la única Constitución en nuestra historia votada por el pueblo.

Pobres opositores venezolanos, ¿en manos de quién han estado? Dirigidos por seudolíderes sin cualidades morales ni éticas, puros fantoches de televisión, cartones de piedra mediáticos.

En estos temas el Comandante Chávez siempre salió airoso. Ante cada amenaza, ante cada intento de golpe mortal siempre reaccionaba con creatividad, con grandeza. Fue invencible y jamás derrotado en contienda electoral alguna. Resistió con el apoyo del pueblo golpes de estado y ataques implacables. Siempre estuvo él mismo, al frente ante cada problema; con la valentía que sólo los gigantes pueden tener ante las vicisitudes.

Con su ejemplo y con este pueblo consciente y victorioso derrotaremos cualquier amenaza que la derecha amarilla quiera imponer. En todos los escenarios la derecha encontrará a un pueblo trabajador y proactivo, amante de la paz.

Richard Canan

Sociólogo

@richardcanan

 

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