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18.Sep.2013 / 10:38 am / Haga un comentario

 

Acaba de culminar en Caracas el Encuentro Internacional Antifascista: A 40 años del golpe de estado fascista en Chile. Distintos intelectuales de América Latina y Europa, nos conmovieron con los relatos de las nefastas y sangrientas experiencias fascistas llevadas a cabo por parte de la extrema derecha en el mundo. Debemos agradecerles porque también nos revelaron los síntomas, señales y mecanismos por medio de los cuales se va expresando la derecha en su pretendida búsqueda del poder. Son tantos los elementos comunes de la derecha amarilla venezolana con las oligarquías y monstruos que llenaron de sangre y dolor a Argentina, Brasil, Bolivia, Chile y Uruguay, que las fuerzas progresistas y revolucionarias deben estar en alerta permanente para defender la patria del fascismo.

El fascismo es expresión de las clases dominantes. Está estrechamente vinculada a la burguesía y al capital monopólico que ejerce distintos mecanismos y formas de dominación en lo ideológico, económico, político y cultural. Aquí el mercado es el que manda y mediante ella la burguesía defiende sus intereses de clase y persigue controlar los distintos niveles de poder político (desde la presidencia de la república hasta gobernaciones y alcaldías) a través de grupos totalitarios afines. Se caracteriza por ejercer una represión de manera abierta y se expresa también mediante la reducción o minimización de los derechos civiles y políticos. No es raro escucharlos exigir, por ejemplo, la eliminación de las conquistas de la clase obrera, para garantizar la rentabilidad económica a costa de la flexibilización laboral y la explotación de la clase trabajadora.

El fascismo no siempre se presenta con su cara demoniaca y sedienta de sangre, la mayoría de las veces se presenta con su cara angelical, sus guantes de seda y sus  máscaras. Fachadas que le permiten construir un metarrelato de gerentes eficientes, de impolutos funcionarios o partidos políticos que vienen ungidos a salvar la patria. La verdad es que están conformados por logias corporativas, rancias oligarquías depredadoras y una clase media urbana envenenada por el discurso de odio (generador del miedo y del descontento social). Ellos no responden al interés de la mayoría del pueblo, sino a sus intereses de clase. No tienen miedo de pregonar la  desaparición del estado, el libre mercado y la privatización de todo lo posible, de todo lo existente.

El fascismo, a pesar de necesitar a las masas para tomar el poder, cuando lo hace por los votos y no mediante golpes de Estado, es dirigida sólo por cúpulas o élites pretendidamente superiores. La condición natural de la extrema derecha es rodearse de sus pares, su logia, para el cual garantizará la defensa de sus intereses y privilegios. Hacia el pueblo más humilde sólo hay desprecio. Abiertamente aplican métodos xenofóbicos, discriminatorios y de desprecio y desinterés por los más necesitados, por el pueblo más humilde.

El fascismo pretende capitalizar y exacerbar el descontento social y la frustración de sectores sociales para ir sumando adeptos entre las masas. El plan de acción fascista instruye dos claros mecanismos: la generación de terror (te van a expropiar, te van a quitar lo tuyo, no vas a ascender socialmente) y la creación de eventos o situaciones puntuales de crisis financiera y económica, generando el descontento en la población mediante escasez, especulación, desabastecimiento, etc. La extrema derecha posee los medios: maneja el Capital, maneja la producción, la distribución y los puntos de venta.

Al igual que en América Latina, la extrema derecha amarilla venezolana ha aplicado a cabalidad este manual fascista: han generado violencia y terror participando en golpes de estado y disturbios en todo el país. Han violado normas legales, pactos y convenios internacionales. Han propiciado ataques y persecuciones sistemáticas a ciudadanos en sus hogares y lugares de trabajo. Sus hordas han realizado ataques a sedes de partidos políticos, centros hospitalarios y médicos cubanos. Además del uso de hordas de extrema derecha, han utilizado paramilitares y hasta mercenarios extranjeros. Han realizado ataques terroristas contra representaciones diplomáticas y han utilizado carros bombas efectuando asesinatos políticos.

Todo esto lo ha hecho la extrema derecha venezolana en la oposición. Imaginémoslos en el poder, desplegando su odio represivo contra el pueblo, sus dirigentes y los logros de la revolución bolivariana. En el manual de la extrema derecha fascista está bien escrito no tener escrúpulos ni miramientos en reprimir las luchas populares. Están autorizados a emplear la lógica del Enemigo Interno, como se los enseñó el imperialismo norteamericano en la doctrina de la Seguridad Nacional, que inoculó la nefasta Escuela de Las Américas en los dictadores Latinoamericanos.

El fascismo también da cuenta de un inmenso aparato de difusión mediática. Una amplia red de medios, con suficientes recursos para repetir incansablemente, día y noche, su propaganda y sartas de   mentiras, difamaciones y globos de ensayo. Por esta vía la extrema derecha cuajó al fantoche amarillo que se presenta como líder opositor, pero que no tiene ninguna capacidad intelectual, ética o moral.

A otros pueblos les tocó por las armas, a sangre y fuego. Sus hijos vivieron el martirio, la desaparición o el exilio. A nosotros nos toca llevar en paz la arremetida fascista. Pero para neutralizar al fascismo de la derecha amarilla se requiere disciplina, unidad, conciencia, organización, capacidad de reacción y respuesta ante cada ataque. Hay que desmontar las mentiras, generando las condiciones para el buen vivir de nuestra gente. En Venezuela vive un pueblo de paz, solidario, generoso, que siempre ha salido adelante ante las dificultades.

 

Richard Canan

Sociólogo

@richardcanan

 

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